Sale a la luz la patología clínica de la Infanta Cristina que explica sus 25 años de unión con Iñaki

El matrimonio entre Iñaki Urdangarin y la Infanta Cristina fue ejemplo de lucha, constancia y unión infranqueable durante 25 años, que pudieron ser más felices de no ser por los escándalos financieros que llevaron al exatleta a la cárcel y al ostracismo institucional de Zarzuela. Sin embargo, dentro de esta historia casi novelesca que está por terminar con la "interrupción" del matrimonio, hay otros temas turbios que se mantuvieron ocultos pero comienzan a ver la luz del día.

¿A partir de dónde se desdibuja la línea entre el amor y la obsesión? Es una pregunta que siempre ha rondado al hoy fracasado matrimonio. Según el diario "El Mundo", quienes han podido comprobar que lo de la Infanta Cristina hacia Iñaki Urdangarin fue una mezcla de flechazo y fijación que, en su empeño por lograr unirse a él en matrimonio, logró torcer el brazo de Casa Real para que sus padres aceptaran el matrimonio y, según apuntan, habría sido la propia Infanta quien convenciera a Urdangarin de romper su relación anterior, Carmen Camí. La historia de que la joven se enteró por el Telediario que el balonmanista se casaba ya queda descartada. La Infanta Cristina sería entonces la tercera en discordia en aquella relación.

Pero, luego de aquella fastuosa boda en 4 de octubre de 1997 en la catedral de Barcelona, ella aceptó todas las condiciones de Iñaki Urdangarin en cuanto a su rol como Duque de Palma y, de hecho, no aceptó ningún cargo institucional, sino que apuntó hacia los negocios una vez que su carrera en el balonmano se dio por terminada. Ella secundaría cualquier cosa que él quisiera, con tal de ahorrarse futuras acusaciones por abandonar el deporte gracias a su enlace matrimonial.

Como señala la historia familiar, los negocios de Iñaki se volvieron prósperos, quizás demasiado en muy poco tiempo, como para levantar runrunes y sospechas. Hasta el sol de hoy, no se sabe si la Infanta Cristina estuvo al tanto o no de todos sus movimientos, pero fue capaz de dejar sentado en expedientes su amor, confianza y amnesia selectiva mientras fue imputada. Estaba verdaderamente convencida de la inocencia de su esposo y fue capaz de plantar cara frente a la familia real por ello.

Esto es quizás uno de los mayores temas que, sin duda, confirman que más allá del amor y la unión había algo más. Especialmente, el Rey Felipe, hermano de la Infanta Cristina, quien orquestó el "ajusticiamiento" institucional contra Iñaki por su comportamiento "poco ejemplar", secundaba a sus padres en su preocupación por el comportamiento de la exduquesa y cuál sería su futuro. Desde el diario mencionado, se señala que hubo varios intentos por separarla del Duque, sin resultados, ni siquiera aquellos correos que señalaban una supuesta primera infidelidad de Iñaki Urdangarin fueron suficientes.

Por supuesto, para cuando el Rey Felipe ascendió al trono, ya había acontecido el bochornoso caso del Rey Juan Carlos y el elefante de Botsuana que puso a Corinna Larsen en el mapa mediático y ahora se enfrentaban a la imputación de Cristina, totalmente absorta por  su esposo. Por ella ya no había nada que hacer y la solución más inmediata y factible fue desvincularla de Casa Real y removerle el ducado de Palma.

Hoy, parece que todos alrededor de la Infanta Cristina se reivindican.  Sus visitas a la cárcel de Brieva para acompañar a Iñaki Urdangarin en sus peores momentos, su fidelidad, complicidad y devoción casi incomprensibles de poco o nada han valido para el hombre por el cual la aristócrata perdió todo, pero que, a pocos meses de alcanzar la libertad condicional, no pierde tiempo en rehacer su vida con otra mujer. ¿Cuál será el futuro de la Infanta? ¿Podrá ser capaz de despertar del letargo y apreciar a Urdangarin en sus verdaderas dimensiones? ¿Será su separación el punto de quiebre que derribe las tensiones familiares?