Se confirma la sospecha: el Rey Felipe poco a poco comienza a seguir los pasos del Rey Juan Carlos

En la actualidad, son muchas las razones que separan al Rey Felipe de su padre, el Rey Juan Carlos, y todas y cada una de ellas se suponen de entero conocimiento público, pero aún entre padre e hijo hay cierto punto conector que los une más allá de la consanguinidad y que muchos han considerado un guiño (o una provocación, dependiendo de cómo se interprete) y que el actual Monarca disfruta cada vez con más frecuencia.

No, no se trata del gusto por las mujeres, la tauromaquia o la cacería, aunque de este último, ni el Rey Felipe ni, sorprendentemente, la Reina Letizia han quedado libres de toda sospecha y se cree que en algún momento fueron muy aficionados. En esta ocasión se trata de su gran faceta como el catador gastronómico por excelencia de la Corona, pues si algo le agrada a Su Majestad es el buen comer, y ya hemos tenido esta semana algunas demostraciones de ello.

Porque en la vida no todo tiene que ser pescados azules con verduritas -con el perdón de la Reina Letizia-, los viajes cortos del Rey Felipe hacia distintas localidades le permite por supuesto degustar las bondades de la buena gastronomía local, tal como sucedía con el Rey Juan Carlos en sus días de reinado, e incluso en sus último año como Jefe de Estado. Una clara demostración de ello fue este pasado miércoles cuando el Rey Felipe se desplazó hacia la región de Lebrija para asistir a la conmemorar el fallecimiento de Elio Antonio de Nebrija en su centenario número cinco,  como autor de la primera gramática española según informa Ok Diario.

Una vez allí, y luego de cumplir con todas sus actividades programadas, no hubo mayor ocasión que esta para ir a conocer un restaurant bastante famoso: la Venta Esteban, en el que una vez se anunció su presencia, fue tratado a cuerpo de Rey, nunca mejor dicho. Allí, entre las maravillas culinarias de este local, el Soberano tuvo ocasión de probar la berza jerezana y su pringá, de los platos más aclamados y una selección de platos como el tomate con melva, ensaladilla, jamón, queso y pescaíto frito, cazón en adobo y puntillitas de Sanlúcar y, por supuesto, no pudo irse sin probar el tocinillo del cielo. Todo acompañado de algunos compañeros que, junto con él, degustaron lo mejor de la cocina jerezana.

Por supuesto, entre esta situación puntual y la del Rey Juan Carlos, las diferencias sobran. A diferencia del Rey Felipe, que puede degustar muchas de las comidas tradicionales de cada punto geográfico que visita, el Emérito ha resentido justamente esto desde Abu Dabi donde actualmente reside. ¿Dónde se come mejor si no es en España? Pero tal como hemos las cosas, mientras para el Rey padre, los días de buena mesa parecen haber llegado a su fin, para el actual Jefe de Estado, se  puede distinguir un nuevo título que puede presumir a partir de ahora: el nuevo bon vivant de la familia Borbón.