Miguel Boyer, una herencia que marcó la vida de Isabel Preysler

Si hubo una herencia que generó polémica y rompió aún más a una familia, fue la de Miguel Boyer. Cuatro años después de que el economista falleciera, las partes involucradas en la repartición del patrimonio pudieron llegar a un acuerdo, pero tanto los hijos del político como Isabel Preysler se sometieron a un enfrentamiento mediático llena de acusaciones y difamaciones. 

El 24 de julio de 2012, dos años antes de su fallecimiento, Miguel Boyer dictó al notario que acudió a su casa de Puerta de Hierro su cuarto y último testamento. En él hizo una modificación que, tiempo después, sus hijos no iban a perdonar. Una modificación que se produjo cuando se encontraba delicado de salud tras sufrir un ictus que le dejó severas secuelas físicas y mentales. En este último testamento se habrían mejorado las condiciones de reparto de bienes a favor de su última esposa, Isabel Preysler.

A su hijo Miguel, con el que no tenía buena relación, le había dejado lo justo que marca la ley en el anterior testamento. Esta vez, el economista decidió que heredaría lo mismo que sus hermanas Laura y Ana. Y añadía una cláusula que estipulaba que si alguno de sus hijos renunciaba a la herencia su parte pasaría automáticamente a los herederos de quien renunciaba.

Después de su fallecimiento, el 24 de septiembre de 2014, sus hijos mayores, Laura y Miguel, consideraron injusto el inventario de los bienes, realizado por su tío Christian Boyer, nombrado contador y partidor por su hermano. Isabel Preysler, según ellos, se llevaba lo mejor y lo poco que quedaba del legado de su padre.

Los hijos del político también denunciaron que las cuentas bancarias de su padre estaban prácticamente vacías. Una situación que se justificó por los gastos hospitalarios y los tratamientos que necesitó Miguel Boyer en los dos años anteriores a su fallecimiento. Estos fueron tan costosos que finalmente tuvo que acabar pagándolos su esposa, Isabel Preysler. 

Así, lo que habría quedado de su patrimonio es la extensa biblioteca, que tenía una valiosa colección de 6.000 volúmenes, cuadros que había heredado de su familia, esculturas y tres automóviles que irían a parar al mayor de los hijos. Por otro lado, la casa de Puerta de Hierro, que estaría valorada en nueve millones de euros, quedó a nombre de Isabel.