Antonio Canales pone las cartas sobre la mesa y habla sobre el amor de su vida

Si Antonio Canales sabe enarbolar y enaltecer una bandera, no es otra que la del flamenco, ese innegable patrimonio nacional de la humanidad que tanto nos identifica y nos une. Haciendo del baile un triunfo rotundo, hoy está a cargo de un destacado cuerpo de danza que dirige.

El coreógrafo habló desde lo más íntimo y profundo de su ser, haciendo referencia al momento excesivamente oscuro que atravesó. Con mucho esfuerzo, pudo superarlo y salió a la superficie. Afortunadamente, hoy no es más que una anécdota que ha dejado mucho aprendizaje y crecimiento personal.

Cuando veáis unos nubarrones que lo tapan todo, pensad que detrás de ello hay una alborada inmensa.

“Hay que regresar de la muerte muchas veces para recordarse”, cita a Gabriel García Márquez para ejemplificar ese nuevo despertar en su vida. “Hay que seguir esforzándose, hay que seguir arriesgándose, hay que seguir lanzándose al vacío, hay que seguir montándose en el tren que pasa. Porque el tren sigue pasando siempre, no hay una edad que deja de pasar”, aconsejó Antonio Canales.

Si bien reconoce que salir del gran pozo donde se encontraba sumido ha costado gran trabajo, además de un mar de lágrimas, el bailaor no esconde la satisfacción plena de sentir que ahora llegó el momento de recibir mucho amor y sonrisas como una suerte de compensación a ese doloroso período.

“Estoy en un momento de mi vida que es otro nuevo resurgir, otro nuevo renacer. Al igual que enchufamos los móviles por las noches al cargador, yo creo que me enchufo por las noches a la ilusión”, confiesa el andaluz que se muestra enamorado de la vida e inmerso en una etapa maravillosa, “lleno de amor, y lleno de sensaciones y de cosas bonitas”.

Lo más importante que hay es levantarte con ilusión, no perder la ilusión. Porque si pierdes la ilusión, pierdes la vida.

Llevando de la mejor manera sus 59 años, Antonio Canales recomienda abrirse al amor sin miedo, más allá de la edad. “No hay cosa más bonita. Vais a conocer el amor de verdad, ese es el amor infinito”, asegura absolutamente convencido.

Desde el imponente Villa Rosa, el tablao emblemático más antiguo del mundo, desvela la pasión que tiene por su vocación, otra fuerza motriz que lo impulsa a seguir. “A mí me gusta a las cosas sacarles el jugo, exprimirlas. Divertirme haciendo mi trabajo”, afirma la figura.

El flamenco no puede morir porque el flamenco es una expresión del alma. Es una expresión ancestral. Es una forma de cantar la pena, pero también de celebrar la alegría, la sensualidad.

“El flamenco es una vida, es un universo, y eso no puede morir nunca”, sentencia Antonio Canales con una contundencia inusitada en una charla sincera, plagada de imperdibles secretos personales y profesionales.