Joaquín Sabina, mentiras y juegos que le podrían costar 2,5 millones de euros

Relaciones truncas, amores tóxicos, secretos y engaños son tópicos que se disparan inmediatamente al mencionar a Joaquín Sabina y al hacer foco en las letras de sus canciones. En su vida personal podrían sumarse algunas temáticas más.

Particularmente, en esta semana, podríamos hablar de tirantez extrema. Es que se ha sumado un capítulo más en su interminable historia con Hacienda. En esta oportunidad, otra derrota, por la que el músico acaba de perder un recurso por los derechos de autor de sus canciones.

Al parecer, la Audiencia Nacional desestimó el recurso por una liquidación de 2,5 millones de euros. De acuerdo a la sentencia, el reconocido cantante no declaró correctamente los derechos de autor de determinados temas.

Según pudo conocerse al cabo de esta investigación, Joaquín Sabina tiene tres sociedades. Se trata de Ultramarinos finos, Relatores y El pan de mis niñas. Allí figuran inscriptos diversos familiares y se gestionan libros antiguos, inmuebles y un velero, además de los derechos sobre sus creaciones.

“El demandante había cedido a las empresas Relatores y El Pan de mis niñas derechos de autor de su obra y de las que compusiera en un futuro, y por esta cesión no percibía cantidad alguna según sus declaraciones tributarias”, concluye la sentencia de Hacienda.

Sobre este punto, vale aclarar que, si bien el organismo tributario permite este tipo de asociaciones, éstas deben operar a precio de mercado. Lo que resulta llamativo entonces es que el artista cedió directamente sin costo alguno la propiedad intelectual de sus producciones.

Es por ello que la Agencia Tributaria infiere que la intención de Sabina no era otra que evadir el pago de impuestos frente a Hacienda. De hecho, se estima que entre 2008 y 2010 las tres empresas declararon ingresos de casi 14 millones de euros que procedían de “realización de galas, royalties, ventas nacionales de discos, colaboraciones en prensa”, un “servicio personalísimo”.

Ahora bien, Joaquín Sabina había intentado desligarse años atrás de estas compañías. En su momento, el Tribunal Superior de Justicia madrileño entendió que “no es verosímil que alguien que participa minoritariamente en el capital de una sociedad reciba de ésta, en concepto de sueldo, 65.000 euros por prestar un trabajo que a la sociedad le ha generado unos ingresos de 7.091.940,68 euros”.