Toni Cantó desvela sus grandes dolores en una vida llena de cruzadas

Toni Cantó es de esas personas que sorprenden. Camaleónico, no se encasilla en ningún área. Así como pudo subirse a un escenario más de dos mil veces, también supo dejar de lado la actuación para arribar al Congreso. Fue el primer actor en hacer, demostrando así que, más allá de cualquier escollo, no tiene techo.

Esta mezcla de ámbitos profesionales tan disímiles da cuenta a las claras de una evolución superlativa del valenciano. Sus reiteradas metamorfosis son casualmente las que explican su éxito y lo convierten en una historia de superación verdaderamente motivadora.

Estoy acostumbrado a buscarme la vida desde pequeñito. Tras el divorcio de mis padres, limpié coches, pescaba mejillones y los vendía en la urbanización, limpiaba el bar de mis tíos, puse copas.

Claro que no todo lo que brilla es oro. El día a día del actor continuó presentando una serie de obstáculos. Habla de sus tres mujeres, con las que tuvo a sus tres hijos, como sus tragedias personales.

Entre estos traspiés del destino de Toni Cantó se encuentra aquel lamentable episodio conocido por todos. La prematura pérdida de su hija que trajo consigo “un tiempo muy oscuro, muy violento, de querer hacer y hacerme daño”.

La rabia tiene que ver con la incapacidad de sacar un dolor tapado y me costó mucho sacarlo a paladas pacientemente. Aceptarlo y atravesarlo me permitió seguir con mi vida.

A sus 57 años, el funcionario se toma el atrevimiento de parafrasear a Churchill para explicar su cambio de ideología política con aquella frase que tomó como propia para convertir en lema: “si tú no puedes cambiar, no puedes cambiar nada”.

Este mismo postulado sirve de palanca a la hora de justificar el drástico cambio en su vida profesional. De la actuación a la política, sin escalas. En ese sentido, Toni Cantó sostiene que “la política y la actuación se parecen mucho”.