Ni Letizia ni otras reinas: estas son las únicas personas que conocen de verdad a la Reina Sofía

La Reina Sofía es por mucho una mujer muy solitaria, aunque en varios medios sus coincidencias en Mallorca con princesas árabes y aristócratas en Marbella nos indique lo contrario. Que si se lleva fantástico con la Reina Noor de Jordania o Silvia de Suecia, tal parece que aquello es solo protocolo y nada más, pues en su caso puntual, la Emérita solamente se hace acompañar de dos personas en el mundo: su hermana, la Princesa Irene, y su prima, Tatiana Radziwill. De allí en más, es solo cortesía y buena educación para con el resto de sus interlocutores y así lo suscribe la veterana mediática Pilar Eyre desde su blog "No es por maldad" de la revista 'Lecturas'.

Con la Reina Letizia, pues nada. A la versada periodista no le convencieron ni los paseos familiares ni la "salida de chicas" en la balear, quizás por el evidente rictus, las sonrisas de comercial y toda la puesta en escena. La Reina Sofía solo puede confiar en su consanguínea, a quien ni la voz se le conoce, dice Eyre, porque aún no domina demasiado el español.

Lo que sí parecen compartir ambas es su aversión por el Rey Juan Carlos. Todos sabemos sus razones de su esposa, pero la griega también tiene su motivo y es que, según expone la catalana, el Emérito se encargó de "sacudirle" dos de al menos tres amores que se le han conocido. Uno de ellos Jesús Aguirre, el exesposo de la duquesa Cayetana de Alba, cuando aún ni pensaba conocerla. De allí que Irene jamás volviera a dirigirle la palabra a su cuñado.

Por otro lado, tenemos a Tatiana, la gran anfitriona de la Reina Sofía en la isla. No son amigas olímpicamente, son primas en realidad. La traza que las une es que la descendiente del mismísimo Napoleon Bonaparte, comparte consanguinidad con la familia real griega, al ser descendiente directa del tío abuelo de la Reina Sofía, Jorge de Grecia.

Siendo inmensamente rica, no disfruta de la atención pública ni tampoco de la presencia del Rey Juan Carlos. Fue junto a su esposo, el Dr Jean Fruchaud -según lo expuesto por Pilar Eyre-, testigo presencial de los malos tratos del exsoberano a su Consorte durante sus estadías en Marivent. Las dramáticas peleas y el sufrimiento de doña Sofía fue insoportable para la pareja, de allí que nunca más quisieran volver a pisar la residencia, al menos mientras don Juan Carlos estuviera presente.

Así las cosas, la Reina Sofía no cuenta con eso que conocemos como la amistad. "¿Personas para contarles tus cosas y compartir confidencias? No, no tengo”, fue lo que dijo en alguna ocasión a la colega y tocaya de Eyre, Pilar Urbano, hace unas cuantas décadas. Claro, suponemos se refería a personas totalmente fuera de su núcleo familiar, de eso jamás. Una Reina como ella nunca se atrevería a confesar sus sentimientos ni exponerlos al público, pero ni falta que hacía. Con tantas historias alrededor de decepciones, peleas y tristezas, era muy obvio que al final todos quedaríamos enterados de sus penurias detrás de los fisurados muros de Zarzuela.