Mari Ángeles Grajal confirmó lo que muchos suponían sobre la ausencia de Jaime Ostos

La vida de Mari Ángeles Grajal se vino abajo tras el fallecimiento de su marido Jaime Ostos cuando disfrutaban de sus vacaciones navideñas el año pasado en Colombia.

El conocido torero perdió la vida a los 90 años de edad, el 8 de enero de 2022, a causa de un infarto. A pesar de que había superado el coronavirus y dos intervenciones quirúrgicas, Jaime Ostos había perdido muchos kilos pero se encontraba muy bien para su avanzada edad.

Para la viuda, estos doce meses que transcurrieron fueron complicados al no tenerlo a su lado. Él fue la persona a la que amó sin medida. Su ausencia le ha pesado infinitamente. En entrevista para La Razón detalló: “Le tengo en mi mente cada momento, y más en estas fechas tan entrañables, que, para mí, desde su muerte, son fatales. Me vienen a la memoria lo felices que éramos disfrutando en familia las Navidades, comprando los regalos, organizando las cenas de Nochebuena y Fin de Año”, dijo.

Me vienen a la memoria lo felices que éramos disfrutando en familia las Navidades.

Mari Ángeles Grajal puede superar el abatimiento que le ha causado el fallecimiento de su marido y más en estas fechas. “Esta Nochebuena la pasé con mi hijo Jacobo y parte de mi familia, para la noche del 31 me salieron varios planes, pero no tengo ganas de nada. Todo me da pereza. Sin Jaime nada es igual. Si no fuera por mi hijo y la gente que me quiere, habría caído en una grave depresión”, señaló.

El matrimonio entre Mari Ángeles Grajal y Jaime Ostos duró 35 años y aunque tenían 20 años de diferencia, en edades, supieron encontrar un amor fuerte a las adversidades. Desde su muerte ella no ha podido recuperar la alegría de vivir.

Detalló que: “Los primeros meses estaba sumida en una nube y el resto del año totalmente desganada y triste. Jaime era mi máquina, me hacía vibrar, estar muy activa, me llevaba para acá y allá, me daba la energía que ahora me falta. Me dejó muy sola… Él era el que organizaba mi vida. Figúrate lo mucho que cuesta hacerse a la idea de que no voy a verle nunca más. Pero, bueno, hay que seguir adelante, me viene muy bien ir todos los días a mi consulta de la clínica. Tengo la mente entretenida. Son cinco horas por la mañana…”.

La casa

Mari Ángeles Grajal indicó que el chalet que habitaban le ha quedado grande. Cada vez que regresa a casa todo le recuerda a su difunto marido. Ella quiere venderlo aunque le cueste “dolor y lágrimas”.