Princesa Leonor
Pilar Eyre cuenta todo lo que no se dijo sobre el día de la Jura de la Constitución de la Princesa Leonor
Con lujo de detalles.
El cumpleaños de 18 de la Princesa Leonor estuvo repleto de suspicacias y de elucubraciones, las cuales Pilar Eyre se encargó de narrar, días después del momento más importante en la vida institucional de la heredera del trono. Con detalles y una mirada aguda, como acostumbra, la periodista hilvanó una serie de detalles respecto a lo que no se dijo de la Jura de la Constitución de la hija del Rey Felipe.
Mientras que todos los medios se enfocaron en la cara que mantuvo durante toda la ceremonia en las Cortes Generales la Reina Letizia y lo atribuyeron a “una mala” y a un manojo de nervios previos, Pilar Eyre fue un poco más allá al escribir en su columna para la revista “Lecturas” que “siendo presentadora de televisión, aprendió a disimular un malestar físico, una noche sin sueño y sus emociones. Pero su evidente rostro de enfado tenía un destinatario: su marido. Apartaba la vista cuando él la miraba, rehuyó todo contacto, parecía no escuchar cuando él hablaba, tuvo un gesto como de leve hartazgo, incluso. Quizás tuvieron una leve pelea conyugal que arreglaron por la tarde en esas pocas horas que permanecieron en casa”.
La periodista puso la mirada en el abrazo que le dio la Princesa Leonor a su madre durante el evento y argumentó que “le pasó el brazo por los hombros a su madre y parecía más adulta que ella. Yo lo interpreté como una mediación entre sus padres, ‘va, mamá, que tampoco es para tanto’. Letizia asintió, pero siguió enfurruñada como una cría”.
Luego, Pilar Eyre analizó el traje elegido por la Princesa de Asturias para la Jura de la Constitución y explicó que fue “una difícil elección entre la formalidad y el glamur atemporal, pues se sabe que esta imagen formará parte de su biografía para toda su vida y más allá. Un traje sastre parecido al uniforme militar que tantos elogios le valió, y ese color blanco símbolo de pureza y esperanza. Perfecto”.
Otro de los puntos en donde hizo foco la experta en la Familia Real ha sido en las artimañas que, probablemente desde Casa Real, hicieron que la hermana menor de la Princesa Leonor eligiera para sus pies un calzado por demás bajo: “Los zapatos de la Infanta Sofía más planos ya no pueden ser, solo le falta ir descalza o de rodillas. Asumamos de una vez que es más alta que su hermana. No pasa nada”.
Luego, Pilar Eyre le disparó a los encargados del protocolo y montó sus críticas en las que “nadie les decía cómo se tenían que poner, cómo se desabrochaban los collares, el orden en que tenían que cruzar la puerta. Padres e hijas dudaban, se consultaban con la mirada, en algún momento Felipe expresó un ligero enfado y Letizia se alzó de hombros como diciendo a mí no me mires. Es urgente buscar un Mondejar, un Sabino, un organizador nato que ordene, temple y actúe”.
Tampoco escapó de la mirada analítica de la escritora el momento del besamanos, en donde los Reyes estrecharon saludos con algunas de las personalidades políticas, con sensaciones dispares: “¿Qué le diría Felipe González a Letizia, que escuchó con imperturbabilidad extrema? ¿Y Aznar a la heredera? ¿Qué sintió Santiago Abascal cuando Letizia con un gesto de muñeca impidió que el líder de Vox le besara la mano, como era su propósito? También recibió una mirada gélida la genuflexión de Esperanza Aguirre, la única invitada que hizo una reverencia”.
El momento del brindis también fue escudriñado por Pilar Eyre, que se quejó porque “que a los 18 años Leonor no sepa brindar y tampoco haya probado nunca el champán, como sugerían los gestos a sus padres, nos causa asombro. O es muy inocente o los inocentes son sus padres”.
Algo que sí le gustó fue el discurso del Rey Felipe, al que definió como “muy emotivo porque prescindió de los habituales y antipáticos latiguillos ‘la Reina’, ‘la Infanta Sofía’ o ‘la Princesa de Asturias’, para optar por unos sencillos ‘Leonor’, ‘tu madre’, ‘tu hermana Sofía’. Pondría la mano en el fuego a que ha sido una sugerencia de Letizia”.
La presencia del Rey Juan Carlos no pasó desapercibida para la periodista, quien apuntó que pasó la tarde en la Zarzuela y se preguntó, con algo de sorna, “¿qué haría? ¿Acariciaría con nostalgia su fabulosa colección de relojes, se acercaría al pabellón de caza para visitar los 500 cadáveres de animales allí expuestos? ¿Habló con su hijo? ¿Y con su mujer? Quizá ni siquiera se vieron, ya que salieron en coches distintos rumbo al Pardo”.
Por último, era inevitable que la experta no se expidiera respecto a las grandes ausencias en la fiesta privada en honor a la heredera del trono, celebrada en el Palacio El Pardo, y definió que “las ausencias más notables de la fiesta privada fueron las de Juan y Pablo Urdangarín y la de Victoria Federica que, evidentemente, no asistieron porque no les dio la gana. Y no solo no fueron, sino que quisieron que el mundo entero lo supiera, añadiendo al desaire una humillación pública inexcusable”.
