Los peores días para la Reina Sofía, en los que nadie la notaba gracias a esta impensada rival

En la actualidad, nadie podría objetar que la Reina Sofía es, por mucho, el miembro de la familia real que más simpatías capitaliza entre los españoles. No importa cuántos aciertos obtenga su sucesora, Doña Letizia, ni la magnitud de su gran trabajo al frente de Casa Real, los aplausos y el eterno agradecimiento siempre irán a favor de su suegra.

Pero hubo un tiempo bastante prolongado en el que la Emérita sencillamente no llamaba la atención siquiera. Rondaba la época de los 60 y, aunque suene difícil de creer, nadie reparaba demasiado en ella y lo peor es que la razón para ello tenía nombre y apellido, Fabiola de Mora y Aragón, luego conocida como Fabiola de Bélgica al contraer nupcias con el Rey Balduino. Fabiola era vista en aquellos días como una mujer dulcísima, piadosa y religiosa con un gran dominio del español, cuya historia de amor con el Monarca belga era el ideal de cualquier relación royal o plebeya, y digamos que en casa la esposa del Rey Juan Carlos no era precisamente una esposa feliz.

Esto no era suficiente para la Reina Sofía, quien, desde su primer día como Princesa de España ya casada con Don Juan Carlos, no escatimó en obras y esfuerzo para ganarse el cariño de la población, al punto de intentar abrazar las tradiciones y culturas propias del país hasta llegar a vestirse con vestido de bailaora y realizar peregrinaciones a caballo. Luego, de la nada, surgía esta némesis real, casi ascendida a santa, que a su alrededor creó cierto misticismo y la sensación profunda entre las jovencitas aristócratas de que la virtud no solo las llevaría al cielo, sino que acercaba la posibilidad terrenal de convertirse en Reina Consorte de algún príncipe europeo. ¡Menuda comparativa con el mundo de hoy y las consortes actuales!

¿Quién era la Reina Sofía en aquel entonces? Pues así la describe Carmen Gallardo en su biografía 'La Última Reina': "En una España con las fronteras cerradas a cal y canto, la princesa griega resultaba una perfecta desconocida, una mujer lejana, proveniente de un mundo allende los mares, que había profesado una religión extraña, que ni siquiera hablaba español debidamente".

Sin embargo, con el paso del tiempo, la Reina Sofía logró reivindicarse como el pilar más fuerte dispuesta a todo por sostener sobre sus hombros el peso de la corona para ofrecer un futuro al actual Rey, Felipe VI, y salvar a la institución de la debacle, hasta antepuso su propia felicidad y la dignidad para ello. Lo consiguió a un alto costo y hoy España le homenajea por ello. Verdadera razón tenía la madre del Rey Felipe cuando en su 70 cumpleaños le comentó a la periodista Pilar Urbano: "La historia hablará bien de mí".