A menudo caemos en la pena de no haber valorizado a ciertos ilustres como merecían mientras estaban entre nosotros. Por alguna misteriosa razón los fallecimientos traen aparejado el efecto de la consciencia y, cuando suceden, como por arte de magia, comprendemos la magnitud de algunas figuras. Probablemente eso nos sucedió con Almudena Grandes, razón por la que ahora todos los homenajes y recordatorios parecen ser poca cosa en la comparativa con su legado. No obstante, Joaquín Sabina se encarga de apaciguar la brecha.

Hace algunas horas, Almudena Grandes recibió a título póstumo uno de los reconocimientos más valorados por los artistas de todos los rubros: el de hija predilecta, en su caso, de la ciudad de Madrid. El encuentro tuvo lugar en el Teatro Español de la citada ciudad y, tal como era de esperar, allí se dieron cita los amigos íntimos de la escritora, algunos políticos y también su familia. Sin lugar a dudas, fue Joaquín Sabina quien más se destacó.

Luis García Montero, viudo de Almudena Grandes, fue quien recibió la distinción con la compañía de sus hijos y manifestó ante el público presente que solo el cariño popular es la herramienta con la que están pudiendo seguir adelante luego de semejante pérdida. Enseguida le tocó el turno al intérprete de “19 días y 500 noches”, quien no podía faltar sobre el escenario producto de la amistad que lo unió durante años a Almudena.

Las sentidas palabras con las que Joaquín Sabina recordó a Almudena Grandes

Tal como puede apreciarse en el material adjunto, Joaquín Sabina manifestó que toda su vida llevó sombrero porque estuvo esperando la ocasión para quitárselo en honor a Almudena Grandes. Cuando terminó de pronunciar esa combinación de palabras dignas de un artista que se dedica a eso, se quitó el sombrero y recibió una ovación de parte del público. Una vez más, el oriundo de Úbeda puso al servicio del otro su espectacular talento.

La cercanía entre Joaquín Sabina y Almudena Grandes era mucha, pese a que quizás no se conociera públicamente. El ejemplo perfecto para comprender el vínculo que los unía es que ella, antes de publicar una novela, le mandaba los borradores al “profeta del vicio” esperando su aprobación o posibles correcciones. "Nunca encontré una coma que corregir, sino mucha literatura que admirar", dijo Joaquín al respecto y de ese modo quedó clara la complicidad que los unía.