La relación entre Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia atraviesa por el punto más alto desde que se conocieron, hace más de dos años. Cuentan que parecen "dos adolescentes" que se pasan todo el día juntos y que hasta habría intenciones de contraer matrimonio. Pero claro, todo eso deberá esperar ya que todavía no se resolvió el trámite de divorcio con la Infanta Cristina.

El enamoramiento de Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia comenzó cuando los dos compartían trabajo en un buffet de abogados de Vitoria, la ciudad en la que se había decidido refugiar, después de pasar dos años en la cárcel de Brieva, condenado por el escandaloso caso Nóos, que terminó salpicando (y enchastrando) a la Monarquía conducida, en ese momento, por el Rey Juan Carlos. 

Los encuentros entre el ex Duque de Palma y su nueva ilusión se fueron sucediendo a escondidas y, según rumorearon medios que aseguraron citar fuentes cercanas a Ainhoa Armentia, ella no había depositado demasiado en la incipiente relación y la consideraba algo "pasajero".

Pero la publicación de las fotos de la pareja a los besos en Bidart terminó por precipitarlo todo y ambos debieron poner fin a sus matrimonios y, de alguna manera, asumir sus consecuencias. Por motivos obvios, el de Ainhoa Armentia duró un santiamén y el de Iñaki Urdangarin tendría que estar listo una vez concluido junio, mes en el que su hija, Irene Urdangarin, dejará de ser menor de edad.

Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia, como dos adolescentes

Si se toma en cuenta que se redujeron los viajes a Barcelona y que hay que remontarse en el tiempo para recordar su última visita a Ginebra, para reencontrarse con Irene Urdangarin, Iñaki Urdangarin se pasaría la mayor parte de sus días en Vitoria y en el País Vasco Francés, el nuevo nido a de amor que frecuenta con Ainoha Armentia. 

Sus movimientos dentro de España son seguidos por un grupo de ocho escoltas, pagados por el Ministerio del Interior, que bregan por su seguridad debido a su condición, aún, de integrante de la Familia Real. Todo esto, a pesar de que desde el Gobierno habían asegurado que terminarían con ese beneficio, oneroso para ser solventados con fondos públicos.

Sería ese uno de los motivos por lo que Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia recurren a destinos en el sur de Francia, en donde consiguen más intimidad y pueden permanecerse en el anonimato. Así es que aprovechan sus estancias para hacer caminatas y pasearse sin la aparente mirada de los demás encima de la nuca.  

Pero no todo es felicidad para el exjugador de balonmano, que sabe de la resistencia de sus hijos y de su familia ante la nueva relación. Aunque ninguno conoce a los hijos del otro, una mudanza al mismo piso avivaría rencores adormecidos para evitar mayores contratiempos y escándalos mediáticos. 

Bajo estos parámetros, los planes a futuro que el propio Iñaki Urdangarin habría deslizado a sus amigos parecen algo más que disparatados. Él mismo sabe que una boda con Ainoha Armentia no terminaría nunca de ser digerida por los suyos, pero también siente que será el punto final para una etapa de su vida.